En el siglo XVI, Fray Juan Bermudo, en su libro “Declaración de Instrumentos” dedica unos capítulos a la bandurria. De este documento podemos deducir que en ese periodo existían bandurrias de distinto tamaño y con distintas órdenes. Si seguimos la historia de este instrumento, en 1602 nos encontramos con otra referencia perteneciente a la corte de Felipe II, la cual, es un inventario de bienes y alhajas. Describe una bandurria con fondo ovalado, formado por una concha de tortuga, y otra bandurria con fondo plano de madera de boj. En la época barroca tenemos a Pablo Minguet, que en su libro sobre instrumentos “Reglas y Advertencias Generales”, nos deleita con unas páginas dedicadas a la bandurria, del cual podemos resaltar, que poseía 5 órdenes y que además ya contaba con la afinación actual. Sólo le faltaba la sexta cuerda que, en el siglo XIX, nos viene documentada con la aparición de la llamada Bandurria Sonora. Es en esta época, cuando por primera vez, comienza a emplearse las cuerdas de acero. Ya en el siglo XX se adoptó la forma de tipo calvete. Desde entonces, nuestra bandurria, no ha sufrido cambios ni se la ha sometido a un estudio serio que nos ayude a solucionar ciertos problemas que estos instrumentos aún conllevan, sí ha evolucionado y se han hecho estudios muy serios con la guitarra clásica, y últimamente, con las mandolinas alemanas.
Con esta pequeña introducción me quiero presentar. Mi nombre es Diego Gallego, y los que estáis relacionados con el mundo del plectro seguro que me conocéis. Soy profesor Superior de Instrumentos de Púa y de Guitarra Clásica. También me conocen en el mundo de la tunas con el pseudónimo de Urko, nombre que me dieron mis compañeros de la Tuna de Medicina de Murcia.
Espero ayudar, con este trabajo de investigación, a solucionar algunos problemas técnicos que estos instrumentos aún conservan sobre el sonido y la construcción de nuestros instrumentos de púa.