Esta mandolina es un poco singular, las cara superior se asemeja a las mandolinas alemanas mientras que la posterior posee fondo curvado y aros, como todos mis instrumentos. Describe una tapa de 1,8mm de espesor y su sonido es claro y potente. El timbre es igual a sus hermanas pero con cierto carácter español.
Es fácil de sostener y de tocar. Ideal como mandolina de estudio y de orquesta.
Espero que podáis entender las páginas anteriores, pues en ellas hablo de todos los procesos que intervienen en su sonido. Esta mandolina, en particular, la forma de la tapa es una copia del constructor Woll. Me he inspirado en él para hacer la mía propia. Como veis, son muchas las diferencias que la separan. Lo primero es la caja armónica, en mis instrumentos está construida con aros y un fondo curvado. Esto supone una gran transformación en su timbre. Este timbre resulta más claro y brillante pero sin perder las frecuencias medias y graves que ahora resultan más naturales.
La tapa es la encargada de administrar este nuevo timbre que obedece a que sus sonidos fundamentales son más reales. Me explico. En la mandolina de Woll sus sonidos graves no son del todo reales, obedecen más a las resultantes de las “fundamentales fantasmas”, ingenio que admiro. El sonido de mi mandolina es más real, pues su tapa armónica no tiene barras en forma de cruz ni describen un ángulo en la superficie que delimita zonas nodales, con lo cual, no dejan espacio para que las frecuencias más graves entren en resonancia. Es un poco ovalada y con un barrado tipo smallman que cubre toda su cara interna. Ahora las frecuencias graves se forman con naturalidad. Esto no quiere decir que sea ni mejor ni peor, sino diferente. Solo puedo asegurar que el sonido es más potente y vivo, puesto que la tapa vibra en toda su longitud logrando desplazar más aire en su interior, siendo su grosor de 1,8mm.